En la última noche del 2020, de pronto me di cuenta de que el año se llevaba tu último año de vida; que se llevaba los últimos momentos compartidos con vos; las últimas risas, los últimos abrazos, las últimas miradas, las últimas oraciones.

El 2020 arrancó desde lo más profundo de mi corazón tu presencia física, sin embargo, tu esencia ha quedado en cada rincón de mi alma, al igual que en cada rincón de mi hogar. Tu esencia está presente en las conversaciones familiares, en las idas a misa los domingos, en las visitas al cementerio, en las idas a Macys, a Walgreens, a Publix. Está presente en cada lugar que visité ya fuera con vos, o para comprarte algo que necesitabas.

El 2020 se llevó tus últimos momentos de vida y al darme cuenta de eso, sentí un gran vuelco en mi corazón. Sin embargo, torné mi mirada hacia el año justo por empezar, 2021, y mi rostro se iluminó con una sonrisa. Sentí en mi corazón ilusión, sentí en mi corazón un propósito renacido, sentí mi corazón llenarse de significado.

En este año compartiré tu historia. En este año culmino el proyecto que empecé a los pocos meses de tu partida al cielo; culmino mi proyecto de plasmar tu vida, de plasmar tu risa, de plasmar tu amor, de plasmar tu entusiasmo, de plasmar tus logros, de plasmar tu filosofía. Es una celebración de tu vida, manteniendo tu legado en nuestra familia. Fuiste un sol, un ser especial, y ese ser quiero dejarlo plasmado entre historias y fotos.

Este proyecto, al igual como lo fue el proyecto de mi padre que tanto disfrutaste al verlo terminado, llena de ilusión cada fibra de mi ser.

Me llena de significado, me llena de propósito.

Esta es la razón principal de acoger este año con alegría y con el corazón abierto, lleno de esperanza, pues haré inmortal tu vida en un libro.

Love

Ligia del Carmen