Cuando un negocio que construiste empieza a desmoronarse.
O cuando tu carrera da un giro inesperado, y no por elección propia.
Esto también es duelo.
Puede que no venga con condolencias ni tarjetas de pésame.
Pero aun así duele. Y la mayoría de las veces, pasa desapercibido.
Como profesionales, a menudo se nos anima a «cambiar de rumbo» rápidamente, a «mantener una actitud positiva» o a «confiar en el proceso». Si bien estas intenciones pueden ser amables, pueden invalidar involuntariamente lo que estamos experimentando:
La pérdida de un sueño.
Ese sueño podría haber sido un puesto de liderazgo.
Una reinvención profesional.
Un sentido de propósito.
O simplemente, el reconocimiento de que tu trabajo importa.
Cuando ese sueño ya no es posible, o se retrasa indefinidamente, deja un dolor que puede afectar la motivación, la confianza e incluso la identidad.
Entonces, ¿cómo reconocemos este tipo de duelo sin vergüenza?
Empieza por nombrar lo que has perdido.
Pregúntate:
“¿Qué sueño tuve que no se ha hecho realidad?”
“¿Qué versión de mi futuro estoy lamentando en silencio?”
Escríbelo.
Dilo en voz alta.
Compártelo con alguien de confianza.
Este acto de nombrar no es debilidad, es valentía.
Porque cuando reconocemos lo que duele, dejamos de cargar con él solos.
Haz algo simbólico para cerrar el sueño, no para borrarlo, sino para crear espacio para algo nuevo.
Aquí tienes algunas acciones sutiles pero poderosas:
Escribe una carta de despedida al sueño.
Reconoce el esfuerzo, la esperanza, la visión.
Agradécele lo que te dio. Libera lo que ya no puede ofrecerte.
Crea una representación visual.
Imprime una foto, dibuja un símbolo o elige un objeto que represente el sueño.
Colócalo en una caja, un diario o incluso déjalo ir: a través del agua, el fuego o la tierra.
Sal a caminar con una pregunta:
«Si ya no persigo ese sueño, ¿qué parte de él aún vive en mí?».
Deja que la naturaleza, la respiración y el silencio te ofrezcan algo inesperado.
Declara un nuevo comienzo, ritualmente.
Elige un nuevo cuaderno. Reorganiza tu espacio de trabajo. Usa algo que refleje en quién te estás convirtiendo. Marca el cambio con intención, no con perfección.
Estas no son cosas pequeñas.
Son pausas sagradas, momentos en los que le dices a tu alma:
«Honro lo que fue y estoy abierto a lo que será».
No te rindes.
Le das dignidad a tu decepción.
Y desde ese lugar…
Puedes encontrar claridad.
Puedes encontrar resiliencia.
Puedes encontrar una nueva visión que no era visible a través de la niebla de un duelo sin procesar.
Puedes empezar de nuevo.
No fingiendo que no importó,
sino permitiendo que la pérdida te transforme en alguien aún más alineado con tu verdad.
El duelo en el mundo profesional merece ser nombrado, presenciado y transformado.
Dejemos de minimizar estas experiencias y comencemos a crear espacio para la sanación, incluso en el ámbito laboral.
Porque detrás de cada título perdido, sueño postergado o desvío inesperado…
hay un ser humano.
Con sentimientos.
Con profundidad.
Con el poder de resurgir.
Con compasión y propósito,
Ligia M. Houben
Experta en duelo y transiciones vitales | Oradora | Creadora de los 11 Principios de Transformación®